EN CONFIANZA
Leoncio Moran Sánchez
Apocalipsis ahora
Hace aproximadamente dos meses un amigo jardinero, apenado, me pidió dinero prestado para pagar el abono de una mensualidad retrasada del crédito que año y medio atrás había contratado con una empresa que se dedica a colocarlos, en montos relativamente pequeños, a personas que difícilmente son sujetos de crédito para instituciones bancarias.
Le pedí me mostrara los documentos que había firmado para que le autorizaran el crédito, esto con el fin de conocer cuál era la institución crediticia a la que le adeudaba, conocer sobre las condiciones de garantías ofrecidas, monto del adeudo total a la fecha, tasa de interés pactada, etc., para así, contando con esta información, orientar a mi amigo sobre una renegociación que le permitiera cubrir puntualmente los abonos y poder finiquitar el compromiso contraído. Me entere que la institución a la que le adeudaba se llama “Crédito Familiar”, descubrí que los intereses que le cobran son del 100% anual y los moratorios del 130%; el monto original de su crédito era de aproximadamente 6,000 pesos pero que por alguna razón de incumplimiento puntual, en un corto tiempo, su deuda había ascendido, sumando gastos de cobranza e intereses moratorios, a casi 12,000 pesos, esto a pesar de que a esa fecha mi amigo les había pagado poco mas de 20,000 pesos. Es obvio que con esa “leonina” tasa de interés, en tanto no liquide el total del adeudo que unilateralmente le está fincando “Crédito Familiar”, le va a ser imposible terminar de pagar el crédito.
A petición de mi colaborador, quien no terminó la primaria, acudí junto con el a las oficinas de esta empresa a tratar de renegociar algo que permitiera, a uno cumplir el compromiso de pago, y a otro, quien había otorgado el crédito, recuperar de manera razonable aquello que había dado en préstamo. Nos recibió un individuo, quien de manera grosera y prepotente evadió por todos los medios la posibilidad, de por lo menos, entablar un diálogo. Decidí levantarme y abandonar el lugar, ahí no había nada qué hacer. Por la intransigencia de este funcionario, y a pesar de que casi diario le llamaban a mi amigo para cobrarle, ahora estoy seguro que por ser impagable la deuda para él, este amigo mío no volverá a abonarles un quinto más. Tal vez lo pongan en el “buró de crédito”, será el mejor favor que le hagan, ya no se podrá volver a endeudar a esas altas tasas de interés, que son las únicas a las que tienen acceso las personas más humildes.
Comento lo anterior, porque apenas el pasado lunes dos importantes bancos de los Estados Unidos se declararon en banca rota, llevándose en picada los rendimientos y ocasionando importantes pérdidas, solamente en esa jornada, a las bolsas de valores más importantes del mundo, entre ellas la mexicana. Muy probablemente es consecuencia del incumplimiento, desde el año pasado, del pago de créditos hipotecarios de muchos norteamericanos que hoy están colapsando algunas instituciones del sistema bancario norteamericano. Es un hecho que a más tardar a finales de este año y principios del 2009 los mexicanos estaremos sufriendo las graves consecuencias de este acontecimiento, que pareciera lejano para el común de los ciudadanos, pero que nos hará vivir a todos, por lo menos, un año económicamente complicado.
En México hoy estamos viviendo un escenario de familias con una importante carga de endeudamiento en tarjetas de crédito, créditos hipotecarios, automotrices, con tiendas departamentales, etc., que les está provocando falta de liquidez y que empieza a ser alarmante, pues un número importante de ellas, están empezando a caer en cartera vencida. Si a esto le sumamos el escenario que se avecina, altas tasas de interés y restricción en el crédito, es una realidad que para el próximo año vendrá una desaceleración de la economía y una falta de circulante que hará mas difícil la sobrevivencia de muchas empresas, por ende, el despido de trabajadores y la cada vez mas difícil posibilidad, para muchas personas, de encontrar un empleo que le permita sacar adelante a sus familias.
Para contrarrestar este efecto, es necesario que de inmediato los gobiernos federal, estatales y municipales, por un lado destinen para el presupuesto del próximo año una importante cantidad de recursos en la construcción de obras de infraestructura en todo el país, y por el otro, incentivar la participación de grandes empresas en los grandes proyectos de desarrollo de México. De no hacerlo oportunamente, corremos el riesgo de que nuestro país viva una nueva crisis, similar las que ya hemos vivido en décadas anteriores.
Leoncio Moran Sánchez
Apocalipsis ahora
Hace aproximadamente dos meses un amigo jardinero, apenado, me pidió dinero prestado para pagar el abono de una mensualidad retrasada del crédito que año y medio atrás había contratado con una empresa que se dedica a colocarlos, en montos relativamente pequeños, a personas que difícilmente son sujetos de crédito para instituciones bancarias.
Le pedí me mostrara los documentos que había firmado para que le autorizaran el crédito, esto con el fin de conocer cuál era la institución crediticia a la que le adeudaba, conocer sobre las condiciones de garantías ofrecidas, monto del adeudo total a la fecha, tasa de interés pactada, etc., para así, contando con esta información, orientar a mi amigo sobre una renegociación que le permitiera cubrir puntualmente los abonos y poder finiquitar el compromiso contraído. Me entere que la institución a la que le adeudaba se llama “Crédito Familiar”, descubrí que los intereses que le cobran son del 100% anual y los moratorios del 130%; el monto original de su crédito era de aproximadamente 6,000 pesos pero que por alguna razón de incumplimiento puntual, en un corto tiempo, su deuda había ascendido, sumando gastos de cobranza e intereses moratorios, a casi 12,000 pesos, esto a pesar de que a esa fecha mi amigo les había pagado poco mas de 20,000 pesos. Es obvio que con esa “leonina” tasa de interés, en tanto no liquide el total del adeudo que unilateralmente le está fincando “Crédito Familiar”, le va a ser imposible terminar de pagar el crédito.
A petición de mi colaborador, quien no terminó la primaria, acudí junto con el a las oficinas de esta empresa a tratar de renegociar algo que permitiera, a uno cumplir el compromiso de pago, y a otro, quien había otorgado el crédito, recuperar de manera razonable aquello que había dado en préstamo. Nos recibió un individuo, quien de manera grosera y prepotente evadió por todos los medios la posibilidad, de por lo menos, entablar un diálogo. Decidí levantarme y abandonar el lugar, ahí no había nada qué hacer. Por la intransigencia de este funcionario, y a pesar de que casi diario le llamaban a mi amigo para cobrarle, ahora estoy seguro que por ser impagable la deuda para él, este amigo mío no volverá a abonarles un quinto más. Tal vez lo pongan en el “buró de crédito”, será el mejor favor que le hagan, ya no se podrá volver a endeudar a esas altas tasas de interés, que son las únicas a las que tienen acceso las personas más humildes.
Comento lo anterior, porque apenas el pasado lunes dos importantes bancos de los Estados Unidos se declararon en banca rota, llevándose en picada los rendimientos y ocasionando importantes pérdidas, solamente en esa jornada, a las bolsas de valores más importantes del mundo, entre ellas la mexicana. Muy probablemente es consecuencia del incumplimiento, desde el año pasado, del pago de créditos hipotecarios de muchos norteamericanos que hoy están colapsando algunas instituciones del sistema bancario norteamericano. Es un hecho que a más tardar a finales de este año y principios del 2009 los mexicanos estaremos sufriendo las graves consecuencias de este acontecimiento, que pareciera lejano para el común de los ciudadanos, pero que nos hará vivir a todos, por lo menos, un año económicamente complicado.
En México hoy estamos viviendo un escenario de familias con una importante carga de endeudamiento en tarjetas de crédito, créditos hipotecarios, automotrices, con tiendas departamentales, etc., que les está provocando falta de liquidez y que empieza a ser alarmante, pues un número importante de ellas, están empezando a caer en cartera vencida. Si a esto le sumamos el escenario que se avecina, altas tasas de interés y restricción en el crédito, es una realidad que para el próximo año vendrá una desaceleración de la economía y una falta de circulante que hará mas difícil la sobrevivencia de muchas empresas, por ende, el despido de trabajadores y la cada vez mas difícil posibilidad, para muchas personas, de encontrar un empleo que le permita sacar adelante a sus familias.
Para contrarrestar este efecto, es necesario que de inmediato los gobiernos federal, estatales y municipales, por un lado destinen para el presupuesto del próximo año una importante cantidad de recursos en la construcción de obras de infraestructura en todo el país, y por el otro, incentivar la participación de grandes empresas en los grandes proyectos de desarrollo de México. De no hacerlo oportunamente, corremos el riesgo de que nuestro país viva una nueva crisis, similar las que ya hemos vivido en décadas anteriores.